Último episodio publicado: 22 de octubre de 2025


4 de diciembre de 2025

Impresiones con THEC64 mini - Black Edition; vuelta a un pasado brillante con juegos del presente


Teclear “LOAD” en letras blanquecinas sobre un fondo morado y esperar pacientemente la carga del juego en un viejo televisor de 14". Para muchos, así empezaría la aventura con el micro más célebre de los 80 a nivel mundial. El Commodore 64 no solo fue un éxito comercial sin precedentes en su tiempo. Se convirtió en un apetitoso objetivo para la demoescena, la programación casera y la pasión por el píxel o la música. Ahora, décadas después, ese espíritu regresa en un formato nuevo —compacto, moderno y muy vivo— gracias al Commodore 64 Mini Black Edition.


Lanzado en 1982, el Commodore 64 se convirtió en uno de los microordenadores más influyentes y vendidos de la historia —¡o el que más! Su combinación de precio accesible en comparación con otras máquinas del momento, el chip gráfico VIC-II, sonido SID y un catálogo que creció en número rápidamente, cimentó una legión de usuarios, programadores y aficionados que aún hoy, casi 45 años después, sigue activa. La máquina original marcó a toda una generación gracias a su papel en la expansión del videojuego doméstico, la programación de garaje y, por supuesto, la cultura demoscene.

Las dimensiones del aparato son comedidas


Décadas después, y aprovechando la moda de reediciones “mini” de sistemas clásicos de hace casi 10 años, llegó THEC64 mini, una réplica reducida del ordenador de Commodore que buscaba ofrecer una entrada sencilla al catálogo del sistema. Con mejoras sucesivas, actualizaciones de firmware y la llegada del THEC64 maxi —a tamaño real y con teclado funcional—, Retro Games y Koch Media/Plaion han consolidado un producto pensado tanto para nostálgicos o amantes del sistema, como para nuevos curiosos que quieran acercarse al vasto, vastísimo, universo del Commodore 64.

En el pack se incluye un joystick de vieja escuela


Y ahora llega esta nueva Black Edition que nos ocupa, una nueva variante estética del modelo Mini, en color negro pero manteniendo el resto de aspectos del original de 2018, y que renueva el catálogo incluido en la memoria del aparato, dejando de lado los juegos comerciales de los 80, para pasar a rendir homenaje a los lanzamientos más recientes y contemporáneos de una escena que parece no agotarse nunca. Nada menos que 25 juegarrales de más o menos nuevo cuño de diferentes géneros —disparos, acción, puzle... ¡incluso aventura gráfica!— y entre los que podrían destacar el sorprendente Sam's Journey, o los más que aparentes Hessian, A Pig Quest o Joe Gunn. Pero ya pasaremos a los juegos un poco más abajo, porque ciertamente no tienen desperdicio.

A pesar de no ser un teclado funcional, el parecido con el original es asombroso



Apelando al recuerdo
Como comentamos antes, el Commodore 64 Mini Black Edition conserva la forma y proporciones del modelo Mini original, pero con un acabado completamente negro que le da un aspecto más moderno y puede que un cariz más coleccionable. El teclado sigue siendo decorativo, como en otros Minis, pero las teclas está bien definidas siguiendo el modelo original —puede que algo brillantes para nuestro gusto, eso sí— y el conjunto se siente lo suficientemente sólido como para no considerarlo un mero juguete. Es un dispositivo pequeño, fácil de colocar junto al monitor o en una estantería, y muy funcional, que al final es lo que nos importa por aquí.

Conectar el THEC64 es sencillo y rápido.
Está pensado para jugar al momento


Retro Games sigue apostando por una salida HDMI a 720p (50/60 Hz), conectividad USB y compatibilidad con mandos o teclados modernos. Eso significa que, en minutos, puedes tenerlo funcionando en un monitor actual, sin adaptadores ni complicaciones. Arranca rápido, muestra un menú limpio y claro con los juegos precargados en memoria, y solo hay que conectar esa suerte de réplica del joystick Competition Pro, de los 80 —puede que algo más plasticoso que aquél, por cierto— para disfrutar de inmediato en el denominado modo carrusel, que nos muestra en pantalla las carátulas de los juegos y sus nombres, permitiendo cargarlos al momento sin farragosos comandos ni submenús.

El pack incluye este joystick mediante el que jugar,
interaccionar con el menú, etc.


Además, y como viene siendo habitual en los diferentes modelos de la serie, se pueden conectar otros mandos más o menos genéricos que tengamos por casa con interfaz USB, un teclado para meternos de lleno en el mundo del BASIC o si queremos recuperar la experiencia viejuna de la carga mediante comandos, o la carga de juegos desde USB —imágenes de disco, cinta, cartucho o incluso programas sueltos—, una función mejorada con respecto a las primeras versiones del THEC64 mini, y que siempre es bienvenida ya que permite que no nos conformemos únicamente con esos 25 juegos que se incluyen en el pack.

La selección de juegos es muy interesante, aunque quizás también algo escasa


De hecho, puede que lo peor del aparato sea precisamente su mayor virtud, y es que 25 juegos saben a poco si comparamos con los 64 o más que se incluían en modelos anteriores del aparato. Es cierto que se trataba de reconocer el trabajo de todos esos desarrollos más o menos actuales, pero de la misma manera hubiera sido interesante contar con más juegos de este calado, o haber complementado con algunos clásicos. Temas de licencias, aumento de precio o dificultad para llegar a acuerdos pueden estar detrás de esta decisión, pero siempre nos quedará la posibilidad de cargar nuestra selección particular a partir de un viejo pendrive arramplado en un cajón.

El THEC64 mini permite guardar y cargar partidas



Emulando, que es gerundio
El The C64 Mini incorpora un viejo conocido por estos lares como emulador del sistema. Se trata de una adaptación del VICE —versión 2.3 / 2.4 de 2012— optimizado y acompañado de un frontend a modo de menú principal, lo que facilita el acceso a los juegos incluidos y mejora la experiencia de uso. A pesar de contar con unos años a sus espaldas, el rendimiento del emulador es estable: arranques rápidos, audio SID convincente —los más puristas reconocerán sin embargo que no deja de ser una emulación— y respuesta del joystick respetable. Incluye las típicas opciones de visualización, como un escalado limpio al píxel, scanlines —no son perfectas ni demasiado configurables, por desgracia— que suavizan la imagen y simulan parte del aspecto original en televisores CRT, selección de máquina PAL o NTSC, o guardado y carga de partidas.

El efecto scanlines no es nada del otro mundo pero tiene un pase

Algunos juegos y demos técnicas pueden daros algunos quebraderos de cabeza para hacerlos funcionar, o directamente fallar por temas de sincronismos y trucos gráficos que no se han implementado en la emulación, pero todos los que se incluyen van como la seda, y eso que le hemos echado unas buenas horas al Sam's Journey o al Joe Gunn, que, por cierto, ha sido un grato descubrimiento, con esa mezcla inteligente de videoaventura y plataformas tan bien ambientada. De lujo.

Detalles, como este del joystick, nos encantan


Esta Black Edition del THEC64 Mini representa una mirada diferente al legado del Commodore 64. No es tanto una cápsula del pasado como un puente entre dos tiempos: el original de los 80 y el contemporáneo, donde aún hay mucha creatividad para disfrutar en los 8 bits.

Si buscas un objeto coleccionable, estético, compacto, plug-and-play y una puerta de entrada a la escena moderna, esta edición puede antojarse como perfecta. Si tu objetivo es revivir clásicos con autenticidad —teclado, catálogo original, experiencia retro completa—, probablemente funcione mejor una versión Maxi del C64, o incluso el típico emulador para ordenador actualizado a la última.

Hemos disfrutado muchísimo con la aventura gráfica
Caren and the Tangled Tentacles


El principal punto débil sigue siendo un joystick algo dudoso y la ausencia de teclado funcional —algo muy valorado por los fans del hardware original, evidentemente— Posiblemente, la Black Edition tiene sentido como celebración viva del legado del Commodore 64 adaptado a tiempos modernos. Quizá no sea “el C64 original en miniatura”, pero tampoco pretende serlo. Más bien, se presenta como una renovación del espíritu, más que una copia del pasado, y eso también nos congratula mucho.

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