La mezcla de estas carreras con un componente de acción, gracias a la capacidad de nuestro vehículo de disparar, y los enfrentamientos contra bosses finales a través de intrincados circuitos, proporcionan al juego un necesario plus que de otra manera lo relegaría a perderse entre el maremagnum de juegos de la escena independiente.
Dotado de un aspecto audiovisual bastante atractivo, el juego basa su mecánica en una especie de ópera espacial en la que los viajes entre planetas se hacen a partir de carreras en las que salgamos victoriosos.
Durante la partida tendremos que dominar nuestra velocidad, echarle un ojo a la barra de energía que se consume a medida que usamos las armas o nos dan 'toques' (la recuperamos en zonas similares a las de F-Zero), hacer lo propio con nuestros enemigos y estar pendientes de los turbo para tener opciones de ganar la carrera. Si seguimos estas premisas y conocemos las curvas para evitar perder excesiva velocidad en los bordes de la carretera, tendremos mucho ganado, aunque resultar vencedor en misiones posteriores no será tarea baladí.
Complicado en un principio, y algo desconcertante, será cuestión de tiempo que nos hagamos con su jugabilidad y podamos avanzar más en la partida.
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