Eres una forma de vida digital llamada Megac (un robot, vaya), y acabas de ser creado por el Heartcore con un importante propósito: proteger y defender Ventu, la villa en la que habita, y en la que ahora también vives tú. Dos temibles fuerzas están luchando entre sí para conseguir el poder del Heartcore, y ningún Megac de Ventu sobreviviría si esa malvada tarea llegara a realizarse. Así que, una vez más, eres el elegido, el héroe, el único capaz de detener la amenaza que se cierne sobre tu pueblo.
Una vez puestos en situación y tras un pequeño tutorial, deberemos recorrer cada uno de los seis mundos que componen el juego, divididos a su vez en tres niveles y un jefe final. En cada nivel nos encontraremos precipicios, minas explosivas, suelos al rojo vivo y, por supuesto, esbirros. La chicha del juego está en que, al ir cargándonos enemigos, estos nos soltarán bits (que haya que reunir 64 para conseguir una vida extra me tocó el corazoncito) y diferentes partes que podremos equiparnos para obtener poderes especiales. Así pues, a medida que avancemos iremos encontrando nuevas partes cada vez más útiles y poderosas, convirtiendo en una misión nada fácil recolectar las 150 que hay repartidas por el juego. Deberemos pensar muy bien qué habilidades queremos usar, ya que sólo disponemos de cuatro huecos para los poderes, pero podemos equiparnos un mayor número de partes. También encontraremos nuevos colores con los que maquear a nuestro robotito, lo que hace que las posibles combinaciones sean prácticamente ilimitadas. Esto de personalizar a tu robot les resultará familiar a los que hayan jugado a algún Armored Core o Custom Robo.
Cada mundo tiene su temática, algunos directamente sacados del libro "pantallas estándar para videojuegos", véase la facilona pradera verde como inicio, el cementerio con zombies o la famosa fase de hielo, todos ellos con un aspecto y diseño muy eléctricos que, si bien no te van a dejar con la boca abierta, son bastante resultones y encajan perfectamente dentro del contexto del juego. Las pantallas no son excesivamente largas pero tienen diferentes caminos para llegar al final, con lo que vas a tardar algunos minutos más si quieres explorar cada rincón, cosa que deberías hacer ya que algunos cofres contienen objetos realmente interesantes.
Sería imposible hablar de las batallas contra los jefes finales sin nombrar a Super Smash Bros., y eso los chicos de Reptile lo saben. Lejos de intentar ocultar lo obvio, Megabyte Punch te dice a la cara que bebe directamente del juego de Nintendo, y se enorgullece de ello. Para el que haya vivido en una cueva todos estos años: luchas en escenarios destructibles con el objetivo de sacar del mismo a tu oponente, contador de daño en lugar de barra de vitalidad, y cuanto mayor sea tu número en ese contador más posibilidades tendrás de salir disparado por los aires al recibir la siguiente bofetada. Es de agradecer que, una vez llegues al jefe de turno, aparecerá una nueva puerta en la aldea para ir directamente a él sin pasar por las tres pantallas anteriores. Así, si algún jefazo te quita todas las vidas (que te las quitará), no tienes que volver a patearte todo el mundo desde el principio.
Es cierto que a medida que el juego va avanzando, la diversión va disminuyendo acercándonos a una peligrosa monotonía. Pero es aquí donde aparece la que es para mí la principal baza del juego: el multijugador. Pero el multijugador de verdad, el de chocar las manos cuando cae a vuestros pies un jefe final si se trata del modo aventura, o el de dar codazos como handicap al de al lado si hablamos del modo VS. He tenido la ocasión de acabarme el juego a dos jugadores y es una gozada ver explotar a parejas de robots enemigos dejando tras de sí una grieta en el escenario, además de volver a vivir los "ve tú delante que me queda poca vida" o los "mamón, ayúdame que me están violando" tan típicos de los 16 bits. Y luego, por supuesto, comprobar quién ha tuneado mejor el Megac con un cara a cara en el modo VS. Me puedo imaginar la locura que puede ser usar cuatro mandos.
Megabyte Punch también goza de una banda sonora bien trabajada que acompaña perfectamente al ambiente eléctrico del juego. Raya a buen nivel y en ningún momento llega a cansar, algo importante dado la cantidad de veces que vas a escuchar el mismo tema. Del control sólo puedo tener buenas palabras, a los pocos minutos te has hecho perfectamente a cada movimiento y admites rápidamente que esa muerte es culpa de tu dedo y no de la respuesta del juego a tus acciones. Eso sí, altamente recomendado usar un pad, el uso del teclado puede llegar a ser algo tosco y resta algún entero a la jugabilidad.
En resumen, Megabyte Punch es exactamente lo que se espera de él, manejas a tu robot y le das de leches a los malos. Simple, directo, pero sobre todo muy divertido. Un videojuego que evoca a aquellos títulos de los noventa, donde lo primordial era que te lo pasaras en grande. Quizás lo peor del juego sea la falta de un modo multijugador online (que ni siquiera tendrá en Steam, si es que llega a aparecer en la plataforma de Valve) en el que poder medir tu Megac con los de otros jugadores, pero tampoco lo vas a echar de menos si tienes a alguien a quien sentar a tu lado. ¿Hay algo en Megabyte Punch que no hayamos visto ya en otros juegos? Pues no, y ni falta que le hace, ya que la mezcla de elementos prestados, lejos de chirriar, engranan perfectamente. Es como si Custom Robo y Super Smash Bros. hubiesen tenido un bebé y hubieran decidido vestirlo de Megaman. Y la verdad es que el nene ha salido guapete.
Visita la web oficial de Megabyte Punch
Si os gustaría tener Megabyte Punch en vuestra biblioteca de Steam, ya sabéis lo que tenéis que hacer.
Por: PixFran
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