Último episodio publicado: 2 de julio de 2024
19 de julio de 2013
Primer Concurso de RetroRelatos de RetroManiac - Xenon 2 Megablaster
1º Concurso RetroRelatos de RetroManiac
Xenon 2 Megablaster, por David Ortíz
La negrura del vasto espacio me envuelve fuera de la carlinga. Las estrellas, vienen en sucesión hacia mí como veloces puntos diminutos sobre el oscuro fondo del espacio insondable. Hace un año, los Xenitas atacaron nuestra galaxia, y esta nave, la Megablast, y yo, fuimos la última esperanza de la especie humana, que observaba impotente como una horda de alienígenas llegaban con la intención de erradicarnos.
Solo yo, pilotando la Megablast, la más potente arma jamás construida, pude abrirme paso entre las hordas y sus gigantescos comandantes hasta poner a salvo a la galaxia. Ahora, un año después, los Xenitas han vuelto, y en esta ocasión no sólo pretenden acabar lo que empezaron, sino que pretenden corregirlo. Según los informes de inteligencia, los Xenitas han desarrollado 6 bombas de tiempo con las que pretenden alterar el pasado, para dibujar una línea temporal diferente en la que yo no hubiese podido detenerles. Las 6 bombas están injertadas en los 6 generales que ahora capitanean las huestes de criaturas que se acercan a la galaxia.
Pero les hemos descubierto, y otra vez piloto Megablast más rápido que la luz para salir a su encuentro y acabar con los 6 generales Xenitas y las bombas que llevan injertadas dentro. Una misión imposible incluso para Megablast. Incluso para una nave como esta, que obedece presta cada uno de mis más leves movimientos sobre el joystick negro de pilotaje, tal hazaña sería imposible. Incluso con la potencia de fuego que Megablast es capaz de desatar en forma de poderosas gotas de energía blanca cuando pulso el rojo botón superior, una empresa así no podría hacerse. Ni siquiera las 3 capas de impenetrable blindaje de esta fabulosa nave podrían lograr derrotar a los 6 generales que viajan hacia nuestra galaxia; un crustáceo mutante, una araña galáctica, un leviatán monstruoso, un sapo devorador gargantuesco, la armada Xenita, con su tanque espacial y finalmente su poderosa nave de combate, a la que sólo la agilidad de Megablast podría aspirar a derrotar. Estas criaturas Xenitas son tan inhumanas que incluso describirlas así es solo una aproximación a los ojos humanos.
Aunque cuanto más cerca están de mí, y antes me voy a enfrentar a ellas, menos poderosos son, (los Xenitas siempre mandan a sus generales menos poderosos como avanzadilla) a medida que les supere me enfrentaré a un desafío cada vez mayor para mi habilidad a los mandos de Megablast. ¿Podre volver a repetir mi hazaña del año pasado?
La única oportunidad para afrontar este reto, incluso protegido por mis 3 capas de blindaje es aprovechar al máximo las diversas armas que (según el servicio de Inteligencia) podré encontrar en mi camino, y que pueden llegar a convertir Megablast en una auténtica batería, misiles, supercañones, fuego en todas las direcciones... sin esos recursos, mi única oportunidad sería comerciar en las diversas tiendas que los alienígenas tienen en la ruta por la que los Xenitas se acercan. Sin duda comerciar con ellos vendiendo las armas que menos falta me hagan para poder comprar otras más poderosas será también necesario para salvar nuestra galaxia.
¡Pero aquí vienen! Salgo de la velocidad luz justo en un cañón rocoso, mientras la primera hilera de enemigos se lanza a por mí. Son una hilera de unas bolsa ectoplásmicas que flotan por el espacio en línea recta hacia mí. Estos primeros movimientos los tengo ensayados y salen solos de manera instintiva, ladeo el joystick de pilotaje y la nave se escora ligeramente para desplazarse a la derecha, justo delante de la trayectoria, pegado a las rocas. No hay peligro. Seis o siete pulsaciones rápidas del botón de disparo y veo cómo explotan, disparo una salva letal de disparos que van reventando a las criaturas que van encontrando en su camino, abriendo camino a que nuevos disparos continúen su trayectoria para hacer detonar a la hilera que venía recta frente a mí. Pero no debo engañarme, esto acaba de comenzar, la aventura ni siquiera ha comenzado.
Vuelo demasiado cerca de la pared, pero un ladeo de la palanca todo a la derecha me lleva con Megablast al lado derecho de este cañón. ¡Pero no hay tiempo para reaccionar! Delante mío, a cierta distancia, con los sensores de detección sonando a máximo volumen, unas extrañas criaturas parecen cruzar el cañón. Las criaturas Xenitas que encontraré en este viaje son amorfas, formas de vida que nuestros científicos no acaban de entender. Estas parecen, nuevamente, una hilera de criaturas que se mueven al unísono, a simple vista uno diría que son piedras redondas y lisas cuyo centro brilla rojo, me recuerdan a un huevo frito de la Tierra, pero con la clara de piedra y la yema roja.
Pero demonios, ¡esto no es un juego! Por puro instinto, nacido de incontables horas de práctica giro a la izquierda soltando una lluvia de disparos, y puedo ver desde la cabina como al moverme yo más rápido los disparos lanzados dibujan un arco en su trayectoria a medida que van siendo disparados desde puntos diferentes cada uno. La columna de Xenitas explota. Casi todos. Algunos se me están acercando. Pero estoy colocado justo donde debo estar, en el punto exacto.
Estiro el brazo para tirar hacia mi la palanca del motor de iones, cortando automáticamente el flujo de energía y activando simultáneamente los dos potentes retrocohetes delanteros. Veo brotar hacia delante los potentes chorros de plasma que catapultan a Megablast marcha atrás, dándome la distancia que necesito. La nave es mucho más lenta marcha atrás con los retrocohetes que con el motor iónico principal funcionando, pero está todo calculado, y es el tiempo exacto que necesito para apretar cuatro veces el disparos y ver como explotan los necesitas.
Como el entrenamiento y la experiencia de un piloto experto, tan inconsciente como un parpadeo, vuelvo a empujar la palanca hacia delante cortando los retrocohetes y poniendo al máximo el motor iónico. La nave obedece como siempre, con precisión y limpieza. Hay un par de segundos en el que se mueve lenta, pero luego se lanza desbocada hacia delante (quizás incluso demasiada rápida, en ocasiones, si es que es posible sacar alguna pega a esta obra cumbre de ingeniería humana).
¡Ahora otra columna de lo que parecen peces espaciales! Me recuerdan a los carpines dorados de mi Tierra natal. Vienen pegados a las rocas de la izquierda. Unas cuantas pulsaciones y les veo explotar. No puedo oír cómo explotan porque el sonido no se transmite en el espacio, claro, pero he reventado tantos Xenitas que francamente creo escuchar explosiones cada vez que les veo desintegrarse. Otra columna de lo que me gusta llamar peces, pero esta ve de otro tipo, más rápidos y más pequeños, ¡salen a mis 3, cerca y por sorpresa desde las rocas!, y no solo eso, sino que adelante, los sensores me indican formas de vida. Esas plantas naranjas que crecen bulbosas en las paredes rocosas tienen alta concentración de esporas, puedo ver como explotan sus vainas y las lanzan al espacio a intervalo regulares. Muy bien, esto es uno de los trucos que todo piloto aprende en la academia; mientras la columna de peces se aleja y va comenzando un giro brusco que les llevará directos hacia mí, yo me lanzo kamikaze contra las rocas, contra un recoveco y enchufo los retrocohetes. Parece que voy a estrellarme contra las rocas, pero no, y solo necesito un momento, ya que desde este punto tengo un vector de tiro recto perfecto contra la base de esa planta. La desintegro, y salgo a espacio abierto otra vez cuando los pececillos vienen a por mí. Alante, máxima potencia, rápido derecha, retrocohetes atrás, empiezan los nervios, les he esquivado, ahora disparo, la mitad cruza por delante mio y les desintegro.
¿Y qué es eso? ¡Si! La primera buena noticia del día, una caja abandonada flotando en el vacío, intuyo que puede contener un acoplador para artillería trasera que me interesa mucho. Maniobra para pasar sobre ella, y doy el botón de acople. Noto la vibración de la nave cuando su contenido se acopla, y los sensores indican que ahora tengo alineado el fuego trasero. Es ahora cuando sonrío, me reposiciono, y vuelvo a disparar. No puedo verlo desde la carlinga, pero sé que ahora Megablast dispara también tras de sí cubriendo la retarguardia y permitiéndome disparar a Xenitas a los que he sobrepasado. Así elimino al resto de los "pececillos", cuando me doy cuenta que más adelante abundan esas plantas lanza esporas, y que ahora vienen a por mi dos grupos de Xenitas a la vez. Ya estoy centrado en la batalla. Por el momento son maniobras que inconscientemente tengo memorizadas, lo complicado irá llegando. Un muy leve sudor empieza a pasar al joystick de control desde mi palma, es la tensión del combate, de luchar por mi vida y por salvar la galaxia.
Cuando quiero darme cuenta, he avanzado un tramo, no me han ni rozado (no les he dejado) y mis 3 capas de blindaje están intactas. Necesitaré mucha más potencia de fuego, pero de momento la artillería trasera marca la diferencia. He dejado atrás nuevos tipos de Xenitas, y otros tipos de plantas lanzadoras de esporas. Consigo estar siempre en el punto exacto para tener ventaja, horas de práctica dan su resultado.
Llego a un punto donde el cañón rocoso se divide en dos caminos, maniobro para avanzar por el de la izquierda. Cuestión de instinto. Me reciben gusanos de 4 veces el tamaño de Megablast, a los que al disparar les atravieso sin problema, pero se separan en otros más pequeños en lugar de desintegrarse. Salen de túneles en la roca, hay momentos muy apurados, aquí es donde la artillería trasera marca la diferencia.
Consigo salir del corredor, relajo la mano, algo agarrotada sobre el joystick que marca la diferencia entre la vida y la muerte, entre humanos y Xenitas, y reparo que me encuentro ya frente a un gigantesco caparazón de caracol del que brota un apéndice que lanza esporas contra la nave según me acerco. Sonrío dentro de mi casco de pilotaje, y sintiendo como fluye la adrenalina, lanzo en picado la Megablast contra el primer general.
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