Último episodio publicado: 2 de julio de 2024


5 de agosto de 2013

El gusto por lo retro

Por Jesús Fontecha

Hoy es uno de esos días en los que me siento nostálgico. De hecho creo que es el día perfecto para buscar y revisar aquel viejo material que me hizo disfrutar tanto y que ahora se encuentra en cajones y estanterías quebradizas y olvidadas. Pero lejos de observar que todo se encuentra en perfecto estado, limpiar el polvo superficial y volverlo a guardar, esta vez estoy decidido a hacer algo distinto, algo que merezca un respeto al olvido por parte del tiempo. Ese tiempo que maltrata y enaltece cada objeto a su antojo.


Preparo una gamuza, un bolígrafo, una hoja de papel y una cámara de fotos. Creo que lo voy a hacer en orden cronológico descendente. Tal vez esto me ayude a afrontar cada momento con la lucidez necesaria antes de que aparezcan los primeros síntomas de añoranza. Comienzo con mi más reciente tesoro alojado en aquella estantería: un Nokia N-Gage del año 2004. Para los que no lo conozcan, se trataba del primer dispositivo que aunaba teléfono y consola portátil. Aún recuerdo la tarde en la que me hice con este cacharro y lo incómodo que resultaba hablar a través de él. ¡Hasta para cambiar de juego tenías que extraer la batería!, se notaba la inmadurez de Nokia en este sector. Inauguro, no obstante, la hoja de papel detallando el estado de este primer encuentro. Paso la gamuza por cada uno de los componentes de la caja y tomo la primera instantánea. Quizá una sea insuficiente, de modo que hago algunas fotografías más desde distintos puntos de vista. Acto seguido, lo vuelvo a empaquetar dejándolo suavemente sobre el suelo, a mi derecha. Continúo con el siguiente elemento: una GameCube comprada allá por mayo del 2002. Sin duda fue la máquina a la que menos atención dediqué, hecho que se manifiesta en el impecable estado de conservación que todavía alberga. No obstante, me atrevo a sacarla de su caja ante la atenta mirada de los juegos aún impolutos que la acompañan. Durante un segundo, desvío la mirada hacia uno de ellos, en su carátula consta: Skies of Arcadia Legends, capricho que me di el primer año de carrera tras aprobar la asignatura de Física. De nuevo cojo mi cámara de fotos e inmortalizo tan preciados enseres. La GameCube tenía fama de rebelde. Cuando la competencia se desmarcaba con reproductores de DVD y compatibilidades afines a un estándar, la máquina de Nintendo se alejaba de lo común, con una estética cúbica preciosista, sin parafernalias y con un formato propio y especial, marca de la casa y que no a todo el mundo agradaba.

Prosigo de la forma habitual, anoto su estado, lo limpio, tomo alguna fotografía y lo coloco a mi alrededor para continuar con mi propósito. Lo próximo en aparecer en escena es una consola portátil: GameBoy Advance (GBA), que en este caso no recuerdo cuando fue adquirida. Abro la caja y me la encuentro acompañada de una mini lámpara. Todavía desconozco las causas que llevaron a Nintendo a no incluir retro-iluminación en este dispositivo. Sin embargo, para mi gusto es una de las mejores máquinas que han pasado por mis manos. Se podría decir que era una versión reducida de la aclamada Super Nintendo (Snes), con un catálogo de lo más abultado y diverso, desde remakes de leyendas como Super Mario World, Metroid o Zelda, hasta títulos tan míticos como Castlevania Circle of the Moon, digno sucesor del envidiado Symphony of the Night de Playstation. Pero sin duda, lo que más me cautivó de esta consola, fue la ingente cantidad de RPGs de calidad que aparecieron: Golden Sun, Sword of Mana, Tales of Phantasia, Breath of Fire, Fire Emblem, Lufia y Shining Force fueron algunos de ellos. Una vez recordado, y de manera cuasi mecánica: anoto, limpio, fotografío y aparto. No es momento de echarse atrás.

Creo que han transcurrido dos horas desde que empecé con este trabajo, aunque no estoy seguro, ya que dejé el reloj lo suficientemente lejos como para no tener la tentación de mirar la hora.

En la parte inferior de la estantería reside una Nintendo 64, consola de sobremesa predecesora de GameCube. Fue la primera en incorporar vibración y un stick analógico en su pad de control, y la última en utilizar el cartucho como soporte de almacenamiento. Recibida como un regalo durante el verano del 97, ha sido la máquina que más diversión me ha proporcionado y que mejores recuerdos me trae, gracias entre otras cosas a los innumerables amigos con los que compartía afición por aquel entonces. A su lado, dos auténticas joyas: Mario 64 y Zelda Ocarina of Time. Este último aún es considerado como el mejor juego de la historia, honor que a mi juicio debería compartir con Final Fantasy VII. Creo que nadie ha sabido manipular tan extraordinariamente bien las sensaciones y los sentimientos de los jugadores como lo hicieron Nintendo y Square. De forma progresiva, noto como el corazón se acelera, alcanzo el bolígrafo y detallo lo que mis ojos perciben. A continuación, retiro la suciedad superficial que pudiera contener y fijo la cámara digital sobre el objetivo intentando no temblar para que la fotografía salga lo mejor posible.

Veo que solamente me queda una caja por reconocer en la parte inferior izquierda de tan afortunada estantería. ¡No me lo puedo creer!, se trata de mi preciada Snes que ya tenía por desaparecida. Por entonces debía ser un acólito “nintendero”. Abro la caja y veo que está todo como el día en que lo compré. Bueno, todo no, el lateral derecho de la carcasa no ha soportado el paso del tiempo y ha adquirido un color amarillento que empaña su estética. La extraigo cuidadosamente de su caja y lejos de efectuar la típica limpieza exterior, la aparto del resto con el afán de iniciar un pequeño proceso de restauración. El hecho que supone este descubrimiento hace que se alteren ligeramente mis planes iniciales. Es momento de dirigir todos mis esfuerzos en reanimar mi vieja Snes.

Comienzo buscando en internet los posibles antídotos que devuelvan a la vida a mi pequeña. Algo cansado después de tres intensas horas sin desprender la vista del monitor, creo que tengo las respuestas: Terranigma, Ilusion of Time, Secret of Evermore, Chrono Trigger, Street Fighter Alpha 2, Zelda A Link to the Past,… Por lo que he podido ver, conseguir estos revulsivos en buen estado y completos no va a ser una tarea sencilla ni barata, por lo que intentaré tener paciencia. Mi pequeña es fuerte y sé a buen seguro que aguantará.

De forma precisa y ordenada decido sacrificar todo ese material lleno de recuerdos y acumulado a lo largo de tantos años para proporcionar a mi querida Snes los cuidados necesarios. Por tanto, utilizo las fotografías realizadas junto con las notas tomadas de todo lo anterior con el fin de ponerlo a la venta. Vender todo aquello que me ha dado tantas alegrías y me ha traído tantos buenos recuerdos no es nada fácil.

Todavía es pronto, pero hoy en día puedo decir que poco a poco mi pequeña se va recuperando, y ya goza de un excelente estado de salud que logra transmitirme en gran parte gracias a su primer tratamiento: el grandioso Secret of Evermore.

1 comentario:

  1. Que grandes recuerdos y gran nostalgia traen esas consolas... tengo todas esas maquinas menos la mas importante... una snes!! le guardo gran cariño a mis consolas y las tengo guardadas celosamente para que nadie me las mire... bueno algun dia las tendre en alguna vitrina en mi casa... pero me parece algo descabellado que vayas a vender parte de tu vida y de tu recuerdos por plata... la plata esta y se gana... las consolas salieron y ya no hacen mas... prefiero tenerlas que venderlas... ya que para mi seria vender un pedazo de mi vida y de buenos recuerdos que pase junto a ellas...

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