Hace unos días (8 de abril) que falleció en California Jack Tramiel creador de la compañía Commodore. Para aquellos que no conozcan algo de su vida, más allá de reconocerle como el creador de una máquina mítica para los aficionados a la retroinformática, la historia de este polaco, es uno de esos ejemplos de superación que se escriben con mayúsculas, y también un buen ejemplo de la definición de emprendedor.
La vida le empezó a poner obstáculos muy pronto ya que durante la Segunda Guerra Mundial falleció su familia en los campos de concentración de Auschwitz y Ahlem (Polonía), lugar en el que fue rescatado por la aviación norteamericana. Tras alistarse unos años en el ejército, comenzó su carrera empresarial creando una empresa de máquinas de escribir de nombre... "Commodore", pero el negocio pronto empezó a torcerse debido a los irrisorios precios de las homólogas japonesas. Jack le vio las orejas al lobo y realizó un cambio de rumbo en el negocio, pasando en este caso a la fabricación de calculadoras electrónicas ¿fracaso? NO, triunfó, pero al tiempo Texas Instruments dejó de suministrarle los componentes y Jack se vio en la tesitura de tener que replantearse de nuevo el futuro de Commodore. Más allá de hundirse, lo vio meridianamente claro, se avecinaba el boom de las computadoras y ni corto ni perezoso se hizo acompañar de un buen grupo de ingenieros, y entre ellos fabricaron una serie de ordenadores personales, Commodore PET y Commodore VIC-20, pero fue en el año 1982 cuando la empresa de este polaco al que se le asocia un caracter malhumorado dio el gran salto con la creación de una joya de nombre "Commodore 64".
El Commodore 64 se define por si sólo si tenemos en cuenta que ha sido el ordenador personal más vendido de la historia con más de 16 millones de unidades habitando en nuestros hogares ochenteros.
La actividad empresarial de Jack no terminó en Commodore, no en vano la vendió a mediados de los 80 (1984), para comprar Atari por unos 240 millones de dólares. Finalmente a principios de los noventas Jack Tramiel entendió que debía disfrutar de lo sembrado y se retiró a tierras californianas para tal fin.
Sirva de homenaje este pequeño resumen de su intensa vida, que a la postre vino a rellenar unos hermosos años de las nuestras.
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